La limpieza es el primer paso fundamental en tu rutina de cuidado de la piel. Opta por un limpiador suave que elimine el exceso de grasa y las impurezas sin resecar la piel. Busca ingredientes como ácido hialurónico, centella asiática y aloe vera, que ayudan a mantener la hidratación y el equilibrio natural de la piel.
Para controlar la producción de grasa, incorpora activos seborreguladores en tu rutina. El sérum de niacinamida es un aliado imprescindible, debido a que regula la producción de sebo y reduce el tamaño de los poros. Se recomienda aplicarla después de lavar el rostro y antes de hidratarlo. Además, utiliza dos o 3 noches a la semana ácidos exfoliantes como el ácido salicílico, el ácido glicólico y el ácido azelaico, que son ideales para desobstruir los poros y eliminar las células muertas de la piel.
Aunque tengas piel grasa, la hidratación sigue siendo esencial. Opta por usar un gel hidratante ligero y no comedogénico que no obstruya los poros. Busca que contenga ingredientes como ácido hialurónico, extracto de pepino y aloe vera, que hidratan la piel sin dejar una sensación grasosa.
No te olvides de proteger tu piel del sol todos los días, incluso en días nublados. Elige un protector solar oil-free y no comedogénico con un factor de protección solar (FPS) adecuado para tu tipo de piel. Este paso es fundamental para prevenir el daño provocado por el sol y prevenir el envejecimiento prematuro de la piel.
Tips Adicionales: